Las estadísticas hablan por sí solas: en poco más de una década al menos 600 millones de empleos habrán desaparecido. Los puestos de trabajo más rutinarios y técnicos serán ejecutados por máquinas, y la inteligencia artificial dominará gran parte de estos mercados. Entre muchos aspectos que podemos reevaluar al respecto, destaca que, ante este cambio dado por el desarrollo tecnológico, es necesario que los profesionales y especialistas en determinadas áreas se reinventen para seguir formando parte del mundo laboral. ¿Cómo se puede lograr esto? Las alertas están encendidas a no quedarse atrás en el camino, y a salir airoso frente un mercado tan competitivo, y la única manera de no sucumbir es, sin duda, la formación continua.
Aprender a aprender es una habilidad que debería estar intrínseca en la vida de toda persona desde su infancia, es por ello que esta obligación no debe ser, tampoco, exclusiva de los profesionales integrados en el mundo laboral. Es aquí, donde las instituciones educativas, tanto públicas como privadas, juegan un papel esencial al proporcionar las herramientas adecuadas que les permitan a los individuos adquirir la capacidad de asimilar los contenidos, reforzarlos y actualizarlos constantemente, esto, de cara a los cambios que con mucha frecuencia se van introduciendo en el mercado; a la par, claro está, de fomentar una cultura motivacional hacia el aprendizaje en la cual se cree la conciencia de que, efectivamente, mientras más nos estemos preparando, mejores oportunidades podremos tener en la vida.
Estudios recientes, como el elaborado por Forbes revelan que solo el 42 % de los profesionales afirman aprender algo en su trabajo, es decir, que por lo general, no solo se enfrentan a una rutina diaria que no varía ni se modifica haciendo que las personas caigan en el estancamiento, sino que además, no suele haber procesos de formación en los cuales los empleados puedan desarrollar sus talentos. Afortunadamente, esto comienza a cambiar, sobre todo en las nuevas generaciones, que debido a estas mismas circunstancias están tomando mayor interés por su formación y crecimiento en las empresas, y también, diríamos nosotros, de manera independiente.
Ante este hecho, se proponen cuatro iniciativas mediante las cuales se puede incentivar la cultura de aprendizaje:
El apoyo directivo es clave: Aún en la era digital, el liderazgo es fundamental para incentivar la necesidad de aprender algo nuevo cada día y durante toda la vida. La mentalidad de las personas comienza a cambiar cuando, desde las bases, se establecen acciones que se ven como herramientas enriquecedoras y como una oportunidad para crecer.
El uso de las herramientas Online: el aprendizaje únicamente presencial es algo que quedó atrás hace mucho tiempo. La flexibilidad espacial y temporal que brindan los recursos digitales cada vez toma más forma y las personas tienen la posibilidad de capacitarse, incluso con planes personalizados que se ajusten a sus necesidades, de manera virtual. Los talleres, cursos, tutoriales, que expertos llaman “microaprendizajes” son muy efectivos para mantenerse al día con contenidos puntuales y de gran interés.
Promover el aprendizaje social: herramientas como las redes sociales han hecho posible que cada vez más personas interactúen entre sí, hagan planteamientos y formen parte dentro de cualquier tema de interés que se esté generando. Ya casi nadie se queda en silencio, es posible intervenir, opinar, participar, y por ende, aprender. La formación corporativa, debe seguir esta tendencia y fomentar el aprendizaje en grupo, por medio del intercambio de ideas que desarrollen el pensamiento crítico.
La importancia de la gamificación: sin duda, se ha demostrado que la gamificación es efectiva en el proceso de fomentación del aprendizaje. Las variadas y actualizadas técnicas, métodos innovadores y sobre todo, las “recompensas” que causan motivación van de la mano para poner en práctica los conocimientos teóricos.
Es sumamente necesario que en las empresas y áreas educativas se siga facilitando el aprendizaje continuo construyendo un contexto en el que se puedan incluir diversas fuentes de conocimiento permitiendo que las personas se manejen de forma libre y autodidacta.
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