Hemos podido constatar con nuestros propios ojos, que el mundo nos está haciendo un llamado de atención que se ha vuelto alarmante. Sequías, huracanes, tsunamis, incendios, terremotos, azotan la humanidad, y cada quien trata, a su modo, de enfrentar tal situación, quizás muy por encima, o muy por debajo de la búsqueda de soluciones concretas para frenar tal crisis.
Los nómadas digitales, conectados con el mundo que les rodea, no escapan a esta realidad, pero, mochila en hombros, son capaces de acomodarse en cualquier escenario que les permita cumplir con sus objetivos: trabajar, crecer y desarrollarse, independientemente de los riesgos ambientales que hoy en día afectan a nuestro planeta.
Lo sabemos. El aumento de la población en el mundo y una industrialización ambientalmente descontrolada, han tenido efectos negativos sobre nuestro planeta tierra. Hemos oído miles de veces sobre el calentamiento global, la disminución de la capa de ozono, la lluvia ácida, el smoke, pérdida de ecosistemas, la disminución de la biodiversidad, la desertificación, y entendemos que todas estas situaciones son consecuencias de una contaminación ambiental impulsada por la necesidad de satisfacer las demandas de alimentación, energía y manufacturas.
Esto es muy en serio
Existen numerosas evidencias que revelan que los eventos climáticos como consecuencia de la degradación ambiental, son cada vez más frecuentes y más severos, poniendo en peligro la vida de todos los seres vivos tal como la conocemos:
En la Antártida, por ejemplo, en las últimas décadas, se han reportado desprendimientos de iceberg del tamaño de ciudades enteras y que contribuyen directamente con el aumento del nivel del mar. Este efecto se continúa acelerando de forma inquietante y representa una amenaza para las ciudades costeras. Recientemente la NASA ha informado de la situación crítica en la que se encuentra el glacial Thwaites, denominado el glacial más peligroso del mundo. Este glacial del tamaño de la Florida contiene tanto hielo como para aumentar el nivel del mar unos 68 centímetros, pero además, podría generar un efecto dominó en otros glaciares cercanos.
No obstante, Durante las últimas tres décadas la incidencia de eventos cataclísmicos como huracanes son cada vez más frecuentes y devastadores, como el Mitch (1998), Katrina (2005), Irma (2017), que causaron estragos en diferentes ciudades del Caribe y los Estados Unidos. Tsunamis como el ocurrido en Asia en 2006, olas de calor o de frío como las que en los últimos años azotaron Europa y los Estados Unidos, terremotos, sequías, incendios forestales, entre otros eventos que producidos en respuesta de los cambios climáticos y que han acabado con la vida de millones de personas.
Por otra parte, según informe publicado por la ONU en Mayo de 2019, un millón de especies animales y vegetales se encuentran en peligro de extinción. Sí, ¡un millón! Los suelos se están degradando rápida y progresivamente. Esto ha reducido la productividad de un 23% de la superficie de la tierra. Es como para preocuparse, ¿no?
La contaminación ambiental nos toca la puerta a todos
No hemos podido estar más equivocados si llegamos a pensar que la contaminación ambiental podría no afectarnos. Ésta tiene efectos muy marcados sobre la calidad de vida del planeta, y por lo tanto sobre cada uno de nosotros. Así que, podemos –y debemos- actuar frente a semejante realidad. ¿Lo habéis pensado?
Nuestras infraestructuras, y peor aún, nuestra salud integral está en riesgo; y es aquí donde el nómada digital decide actuar en función de su bienestar. Para muchos profesionales que se mueven en este mundo con un ordenador a cuestas, el nomadismo digital ha significado una liberación de cualquier barrera: cultural, racial, sexual, geográfica, e incluso, sobre la crisis climática, debido a que, una de sus características principales, es que se tiene la total libertad de cruzar fronteras muy a menudo, hasta encontrar el lugar que ofrezca todas las “comodidades” que se necesiten, o lo que para ellos puede significar en algún punto, la libertad.
El nómada digital, probablemente ha vivido muy de cerca alguno de estos aspectos que supone la crisis ambiental, como los cambios climáticos, entre tantos otros, y quizás, como un apasionado de cada punto del planeta que es al fin, se toma más en serio semejante alerta. Sin embargo, a éste nada le detiene. Su productividad no depende de un espacio físico, ni de tiempos, ni de horarios, y los límites, muchos o pocos, los va superando en el camino, siempre decidido a seguir adelante.
Entonces, para responder a nuestra pregunta inicial: ¿Afecta la crisis climática a un nómada digital? Quizás lo importante no está en si le afecta, sino en cómo aprovecha o desaprovecha cada uno de los espacios que se busca o inventa para desarrollarse y tener una conexión con el mundo. Esta, es de esas ocupaciones en las que el principal trabajo es deshacerse de los cordones, amenazas (aunque hay muchas), muros o barreras que no les dejen ser lo que sea que quieran ser. Por cierto, ¿Hay algún otro trabajo así?